Publicado en Reflexiones

Adelante

A veces los seres humanos somos muy simples. Simples y estúpidos. Nos dejamos llevar por nuestros instintos más primarios dejando a un lado el sentido común y metemos la pata de forma absurda e inevitable. Y luego, cuando todo ha pasado, nos preguntamos por qué la hemos fastidiado, por qué no lo hemos visto venir… y no somos capaces de encontrar razones coherentes que expliquen nuestro comportamiento. Pero está claro, no las encontramos por que no las hay. Y ya está. 

Han sido nuestros impulsos los que nos han guiado, nuestros sentimientos más profundos. Ira, rabia, deseo… Son ellos los que hacen que nos comportemos de manera extraña y sorprendente hasta para nosotros mismos. Y al final, cuando esa oleada de sensaciones e impulsos termina, nos quedamos con cara de tontos y el corazón dañado.

Es justo en ese momento cuando hay que levantarse, hay que buscar la manera de arreglar el error que hemos cometido aun sin ser conscientes de que lo estábamos cometiendo. Hay que pasar de ser seres simples y estúpidos a esas personas complejas e inteligentes con las que realmente nos identificamos. Es justo en ese momento cuando aprendemos de nuestros errores y seguimos adelante.